El coaching de vida es una profesión cada vez más popular que no requiere licencias ni estudios específicos. A diferencia de los psicólogos, los coaches no se enfocan en tratar problemas de salud mental; en su lugar, ayudan a las personas a alcanzar metas personales y profesionales.

Por ejemplo, un coach ejecutivo puede trabajar con un director para mejorar sus habilidades de liderazgo, mientras que un coach de relaciones puede ayudar a alguien a encontrar satisfacción en su vida romántica. Cada tipo de coach adapta su enfoque a los objetivos específicos de cada persona.

La Terapia Cognitivo-Conductual, o TCC, se enfoca en la relación entre nuestros pensamientos, emociones y acciones. La idea central es que, muchas veces, nuestros pensamientos influyen directamente en cómo nos sentimos y en cómo reaccionamos, más que los eventos o las personas en sí.

En TCC, el terapeuta trabaja junto con el paciente para identificar y cuestionar aquellos pensamientos negativos o «creencias disfuncionales» que generan malestar. Una vez que ambos comprenden cómo estos pensamientos afectan las emociones y los comportamientos, el terapeuta ayuda al cliente a reemplazarlos por ideas más realistas y positivas.

Este proceso requiere colaboración entre el paciente y el terapeuta, y suele incluir tareas o ejercicios para practicar entre sesiones. La TCC ha mostrado ser eficaz en un corto período para tratar una variedad de problemas, como la ansiedad y la depresión, ayudando a las personas a sentirse mejor y a tomar decisiones más saludables en su vida.

La Terapia de Vida Relacional ayuda a las parejas a superar problemas como peleas frecuentes, falta de comunicación o momentos difíciles, como infidelidades o experiencias traumáticas. Esta terapia es útil para recuperar la armonía y la pasión en la relación.

El psicólogo trabaja con la pareja para identificar qué está causando el conflicto y cómo cada uno de ellos contribuye al problema. Luego, les enseña herramientas para mejorar la forma en que se relacionan y se comunican. En general, las parejas pueden notar cambios positivos en su relación en un plazo de tres a seis meses.

La Terapia Breve Centrada en Soluciones, también conocida como «terapia centrada en la solución», se enfoca en lo que los pacientes  desean lograr en lugar de centrarse solo en los problemas o dificultades que enfrentan. El objetivo es ayudar a la persona a imaginar cómo sería su vida ideal, o un futuro más satisfactorio, y luego trabajar en identificar los pasos pequeños y grandes necesarios para llegar a esa meta.

El terapeuta apoya al paciente  al reconocer cualquier éxito, por pequeño que sea, y usa esos logros como base para seguir avanzando. En lugar de enfocarse en las limitaciones o los problemas del pasado, se trata de fortalecer las capacidades y recursos que la persona ya tiene, para que pueda superar obstáculos y acercarse a sus objetivos. Esta terapia es más práctica y enfocada en el presente, ayudando a los pacientes a encontrar soluciones y a trabajar de manera activa hacia el cambio.

La terapia humanista se basa en una visión positiva de las personas, valorando la singularidad de cada individuo. Los terapeutas de este enfoque se centran en aspectos como la creatividad, el amor y el desarrollo personal, ayudando a cada persona a alcanzar su máximo potencial mediante el crecimiento y el cambio.

La terapia humanista engloba otros métodos como la terapia Gestalt, la terapia centrada en el paciente y la terapia existencial, cada uno con un enfoque en ayudar a las personas a conocerse mejor y a dirigir su propio camino hacia la autorrealización. Es ideal para quienes buscan un proceso terapéutico que respete su individualidad y fortalezca su capacidad de cambio personal.